
A veces se ve un fruto.
muy raras veces florece por esos caminos.
Y te acordas algo que te dijeron.
Cosas de cuando eras chico.
Leyendas de tu era de espadas de papel de diario y de temores a piratas.
Esas fábulas fantásticas, cuando las letras eran formas, y los dibujos la puerta,
las alfombras pasto, y tus suelas los talones.
Los cartones tu materia prima, los pijamas existían y la lluvia era para mojarse,
revolcarse por los medanos tenía mucho sentido y gritar era una alegría.
Entonces sos vos, el de ahora, -ese envace extraño en el que te transformaste-.
Pero con una sonrisita pícara y disimulada.