
Seguí hablándome toda la vida,
que nunca voy a escucharte.
que no te voy a entender.
Podés estar aceptándome o hasta insultándome,
nada de eso me importa.
Tal vez digas groserías, o dulces poemas,
da igual.
Leés un folleto de publicidad o la Rayuela de Cortázar en voz alta,
no me afecta para nada.
Cantás cual sirena o como el Asuranceturix de Astérix,
mis oidos no lo notan.
Con una risa de hiena o de dulce princesa
pues nada modifica.
Seguí hablándome toda la vida que
nunca voy a escucharte.
Prefiero estar atontado como estoy ahora,
observando tus labios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario